Cuerpo

Nuestro cuerpo es perfecto, la diosa Venus lo hizo con unas dimensiones exactas y hermosas simbolizando el poder de la belleza de la naturaleza y el equilibrio del Universo. Si medimos de punta a punta de nuestros dedos y de cabeza a pies podremos empezar a conocernos mejor a nosotras mismas, pues el cuerpo femenino simboliza la unión perfecta de los cuatro elementos y su consiguiente equilibrio.

Mirarnos el cuerpo:

Habrás visto que nuestras hermanas, nacidas y educadas en nuestro país, no temen enseñar el cuerpo, no les da vergüenza y lo hacen libremente, sobre todo en verano, con una sonrisa feliz en la cara. Es porque desde niñas aprenden a amar su cuerpo, a mostrarlo sin complejos ni temor como algo valioso, como algo divino. Desgraciadamente a vosotras os han enseñado todo lo contrario, a aborrecer vuestro cuerpo y a asociarlo con el pecado, con lo impuro. Nuestra cultura matriarcal que basa sus principios morales en nuestra Historia Sagrada, es completamente distinta: para nosotras el cuerpo femenino simboliza la divinidad mientras que el masculino simboliza la vergüenza, la desgracia y la inmoralidad. Es por ello que los hombres, cuando no están haciendo sus obligadas labores domésticas, circulan por la calle con la cabeza agachada, la mirada al suelo, y siempre están vestidos, tapando su repugnante cuerpo del cual se sienten avergonzados. Por supuesto hay excepciones: cuando están en la playa, o cuando su dueña lo exija explícitamente el hombre accede a mostrar su cuerpo, pero, aún en esos casos excepcionales, ellos siempre llevan puesto su correspondiente cinturón de castidad masculino.

Antes de iniciar tus ejercicios dedica unos minutos a mirar tu cuerpo desnudo en toda su majestuosidad, hazlo en una sala con una temperatura agradable y adecuada: observa atentamente tu frente, tu cara, tus clavículas, tus hombros, tus pechos, tus pezones, tu vientre sagrado, tu ombligo, tus caderas, tu monte de Venus, tus muslos, tus piernas torneadas, tus rodillas, tus tobillos, tus pies junto con sus plantas. Fíjate bien en los detalles cortos, en el aspecto de tu piel, en su tonalidad y también en tus cabellos, uñas y pelos. Es muy importante que aprendas a apreciar, a valorar y a admirar tu cuerpo divino. De esta forma, con la práctica, adquirirás la autoconfianza suficiente para mostrarlo en público como algo natural y ya no te sentirás molesta, o incómoda, cuando los hombres se arrodillen a tus pies a la vez que, con expresión sumisa y tono complaciente, pronuncian frases del tipo:

Estoy a sus órdenes, sagrada diosa

Me inclino a sus pies, divina señora

Este hombre queda a su disposición, poderosa reina

Habrás sido testigo de infinidad de escenas similares a esta y, como has podido apreciar, nuestras hermanas responden con total indiferencia, de hecho ni se inmutan. Desde pequeñas nosotras aprendemos a ser adoradas por los hombres con normalidad y lo incorporamos a nuestra vida diaria. Si nos apetece, en ese momento, utilizar al macho lo hacemos a nuestro gusto y, de no ser así, simplemente lo ignoramos, como si no estuviera. Como habrás visto, en caso de que la hermana desee estar sola, simplemente dando una palmada al aire el chico desaparece. Son hombres y han nacido para adorarnos y obedecernos fielmente, es ese el único, y verdadero, sentido de su masculina existencia.

Entender y aceptar que nuestro cuerpo es un símbolo de fuerza y de poder implica una responsabilidad que, como mujer, eres absolutamente capaz de asumir y aceptar como un hecho natural. Si en el patriarcado tu cuerpo era considerado un simple “objeto de deseo”, en “The Universal Gynecocratic Republic” tu cuerpo femenino se considera el mayor icono de poder que existe sobre la faz de nuestra madre Tierra. Si en el firmamento son la Luna y el Planeta Venus los referentes de poder, en nuestro planeta somos nosotras las que simbolizamos esa fuerza invencible. Y es que nosotras somos nuestro cuerpo, eso es lo que debes pensar en todo momento. Como nosotras, las mujeres, somos poderosas nuestro cuerpo inspira poder frente al hombre, de hecho lo avasalla completamente lo anula. Ya no estás viviendo en el patriarcado, ahora las mujeres procedentes de sociedades patriarcales, sois seres de naturaleza semi-divina frente a los seres de naturaleza semi-animal como son los hombres. Enseguida asimilarás el cambio.

Si alguna zona de tu cuerpo te ha acomplejado ahora es el momento de plantar cara a esa inseguridad. Lamentablemente ninguna de nuestras hermanas, educadas en nuestra república, podrá ayudarte puesto que nosotras no entendemos el significado del término “acomplejado”. Desde bien pequeñas se nos enseña a amar todo nuestro cuerpo, sin excepción, desde los pies hasta la cabeza. Este es un proceso que debes afrontar tú misma, estimada señora, y que requiere constancia, dedicación y tiempo. Empieza mirando, fijamente, la zona del cuerpo que te hace sentir molesta, triste o insegura: esa mancha, esa cicatriz, ese trozo de piel, esa zona de bello, etc… Una vez te hayas acostumbrado a mirarla es momento de atacar tus complejos y miedos utilizando el arma más poderosa que existe a nivel emocional: la risa femenina, nuestra risa, tu risa. Debemos reírnos de todo lo que nos acompleje. Repite este proceso durante varios días y con el tiempo, notarás que cada vez te cuesta más y más reírte de tu complejo. Enhorabuena, ya estás empezando a derrotar, por fin, tu miedo y tu inseguridad que tanto tiempo llevan reprimiéndote. Llegará el momento en el que no podrás reírte más y notarás que ese miedo ya no existe y que esa zona que te acomplejaba forma parte de tu divino cuerpo femenino, como una parte más de él.

Acariciarnos el cuerpo:

Es importante que te acostumbres a acariciar tu cuerpo frente al espejo. Al igual que todas nuestras hermanas, tú tienes el derecho de disfrutar del placer de acariciar tu cuerpo de forma totalmente libre: acaricia la zona que desees y de la forma que desees. Muy posiblemente al principio no te resultará sencillo, por culpa del proceso de castración moral al que el patriarcado te ha sometido, pero verás que poco a poco irás disfrutando más y más. Piensa que gozar libremente de nuestro cuerpo, es un derecho, controlar y canalizar nuestro placer físico nos hace poderosas. Es muy importante que te concentres tanto en la sensación de la zona que acaricias como en el tacto que reciben las yemas de tus dedos.… Empieza acariciando tu cabeza, tus orejas, tu cara, tus mejillas, tus labios, tu barbilla, tu cuello, tus clavículas, tus hombros, tus brazos, muñecas, manos y dedos. Luego seguirás por tus pechos, pezones, cintura, caderas, monte de Venus, nalgas, muslos, rodillas, piernas, tobillos, pies, etc… Al repetir una y otra vez esta experiencia irás aceptando que nuestro cuerpo es perfecto y en él se reproducen todas las sensaciones que disfrutamos cuando nos comunicamos con la Diosa Venus a través de la Luna Llena.

Ejercicios:

Una vez has notado en las yemas de tus dedos lo poderosa, divina y hermosa que eres, simplemente por haber nacido como mujer, es hora de empezar con tus ejercicios. Es importante que controles tu respiración y tu postura corporal al hacer los ejercicios.

Equilibrio

Aprender a controlar el equilibrio te ayudará a conocerte mejor a ti misma y te hará ganar en autoconfianza y, por tanto, también en autoestima. Empieza por ponerte de pie, firme, con los talones separados unos diez centímetros y con los brazos relajados colgando a lado y lado de tu tronco. Ahora desplaza tu peso hacia adelante y hacia atrás alternativamente y centra toda tu atención en la reacción de tus músculos frente a los cambios en tu centro de gravedad.

Cuando ya tengas bien dominado el arte de cambiar tu centro de gravedad podrás empezar a jugar con tu equilibrio: levanta tu pierna derecha y flexiónala al aire, haciendo que la planta de tu pie derecho repose sobre tu rodilla izquierda. Vuelve a centrar toda tu atención en cómo se modifica tu equilibrio y tu centro de masas. Si te notas con suficiente confianza puedes jugar levantado uno de tus brazos, o los dos, hacia el cielo. Cuando ya creas que es suficiente puedes bajar tus extremidades: primero tus brazos y finalmente tu pierna. Repite el mismo proceso pero, esta vez, con tu pierna izquierda.

Puedes jugar a encontrar nuevos equilibrios, flexionando y estirando tu cuerpo a tu gusto. Ves probando nuevas posturas y descubrirás sensaciones agradables con cada nuevo desafío. La sensación de equilibrio conecta tu cuerpo con el suelo, con nuestra madre Tierra.

Estiramientos

Una vez hayas experimentado las diferentes posturas de equilibrios es el momento de hacer estiramientos. A partir de tus extremidades, tanto inferiores como superiores, podrás empezar estirando los principales músculos de tu cuerpo. Siguiendo por tu cuello y espalda seguirás estirando tus músculos hasta notar como todo tu cuerpo se tonifica y gana flexibilidad. Sentada en el suelo, con las piernas estiradas, abiertas o cerradas podrás continuar estirando tu espalda.

Movimientos

Nuestras acciones nos definen, ya que con ellas se definen nuestros actos y, a la larga, se perfila nuestra personalidad ya que el conjunto de nuestros actos conformará nuestro legado, nuestra herencia. Los movimientos activarán tus músculos a la par que tu circulación sanguínea.

a) Vientre: Mueve tu diafragma libremente hinchando y contrayendo tu vientre con cada respiración. Notarás como de elástico y potente es el músculo gracias al cual respiramos, hablamos y canalizamos nuestras emociones y sentimientos.

b) Espalda: Es la zona de tu cuerpo done hay más articulaciones, considerando que cada vértebra de tu columna se articula con sus vértebras vecinas. Estírala al máximo poniéndote a cuatro patas y erizando tu columna hacia el techo, como si fueras una gata enfadada para después hacer el ejercicio contrario: arquear tu columna intentando llevar tu abdomen hacia el suelo. Disfruta moviendo tu espalda porque te ofrece infinidad de movimientos y posibilidades.

b) Pechos: Muévelos a tu gusto, húndelos, juega con ellos libremente. Gira tu torso rítmicamente a lado y lado, a derecha e izquierda, y nota como tus pechos se desplazan libremente. Podrás apreciar como tus pezones se deslizan definiendo la trayectoria de tus senos. Contrayendo tus músculos pectorales fíjate como tus pezones se ponen endurecen y se ponen firmes.

c) Nalgas: Tensa tus nalgas contrayendo los músculos varias veces y notarás como estas se mueven rítmicamente de un lado a otro. Disfruta de esa sensación sintiéndote poderosa. Siéntate en el suelo sobre algo blando e intenta llevar tus pies, y manos, hacia el techo, ahora balancea tu cuerpo de un lado a otro notando como el peso de tu cuerpo presiona tus nalgas relajándolas y tonificándolas convenientemente.

d) Cadera: Las emociones se generan en tu vientre, en un punto indeterminado situado algo por debajo de tu ombligo. Es tu cadera la que estabiliza y soporta el peso de ese punto. Mueve tu cadera libremente, hazlo con alegría y sana energía, déjate llevar por tus emociones cuando muevas la cadera pues son tus sentimientos los que, de forma natural, la mueven y hacen bailar a su antojo.

e) Muslos: De ellos nace el movimiento de translación de tu cuerpo estimada hermana. Es importante ejercitarlos, pues unos muslos bien torneados y poderosos te harán sentir fuerte segura de ti misma. De pie y en postura firme levanta alternativamente tus piernas dobladas como si la rodilla fuese a tocar el techo. Rota tus piernas moviendo tus muslos hacia el frente y hacia los laterales alternativamente. Repite este ejercicio hasta que notes como tus muslos han adquirido la firmeza y el tono muscular adecuados.

f) Gemelos: Es la última masa muscular antes de llegar a los pies y, por lo tanto merecen una atención especial. Masajéalos mediante pequeños y suaves golpes es posición sentada con las plantas de tus pies totalmente pegadas al suelo y tus rodillas flexionadas hacia el techo.

g) Pies: Es la zona de tu cuerpo que te sustenta y la única que está en contacto con el suelo, con nuestra madre Tierra. Masajéalos a menudo con tus dos manos porque unos pies relajados te proporcionarán una mejor conexión con el suelo que pisas y, por tanto, tanto tus rodillas, gemelos como el resto de tu cuerpo se sentirán más descargados y aliviados.

La grandeza de nuestro cuerpo femenino

Nuestra diosa Venus creó el Universo y el ser humano femenino, es por ello que nuestro cuerpo es sagrado.

Como todas sabéis nuestra diosa Venus creó el Universo utilizando la mezcla de los cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego). Como la divina diosa nos hizo a su imagen y semejanza, tal y como podemos apreciar en esta imagen, resulta que nosotras también tenemos el poder de crear un nuevo universo. Y lo hacemos a través de nuestro cuerpo, el cual contiene la mezcla de los cuatro elementos: tierra (nuestra carne y nuestros huesos, además de nuestras uñas, piel y pelo); agua (nuestra sangre y nuestros flujos): aire (nuestra respiración) y fuego (la energía con la que nos movemos, nos emocionamos, pensamos, imaginamos, razonamos o nos amamos entre nosotras). Por nuestro cuerpo, además de multitud de sentimientos, fluyen también los cuatro elementos de forma independiente hasta que colapsan, combinándose entre ellos, generando una vida. Venus nos creo para hacer de nosotras pequeñas y humildes creadoras de vida, de universos. Para ello nos dotó del arma más poderosa que existe: nuestro cuerpo divino y perfecto.

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