Labores domésticas

En “The Universal Gynecocratic Republic” todas las tareas domésticas las hacen los hombres y los chicos de forma natural. Las faenas de casa son una labor masculina.

Un hombre obediente, atento y cariñoso cocina una tortilla para su diosa sagrada, sin sal y con una pizca de pimienta como a ella le gusta. “Bien hecho esclavo”, dijo ella mientras leía las noticias sobre economía del periódico. El precio del petróleo estaba cayendo, así que ella necesitaba diseñar un nuevo plan económico para su empresa.

Así es la vida en “The Universal Gynecocratic Republic”: las mujeres controlan la economía, tienen el poder y son dueñas de todo el dinero, además las mujeres juristas escriben y diseñan las leyes a la vez que organizan todo el sistema judicial. La vida pública está totalmente controlada y protagonizada por las mujeres, por lo tanto los hombres tienen el deber de estar encerrados en casa haciendo labores domésticas todo el tiempo: cocinar, comprar comida, limpiar toda la casa, hacer la colada, planchar, sacar brillo a los zapatos y las botas de sus diosas, cuidar el jardín… Por supuesto los chicos, y hombres, deben hacer todas estas tareas en total silencio y llevando todo el tiempo, sin excepción, su correspondiente y adecuado cinturón de castidad.

“Aquí tiene usted su almuerzo, estimada diosa” dijo el hombre con tono sumiso, “y por favor, sagrada diosa, le agradecería que la próxima vez que salga de noche me informara si vendrá a casa acompañada, o no, porque no sabía si preparar un almuerzo para una o más personas.” Al oír esas palabras, la señora cruzó sus brazos por detrás de la cabeza mientras sus labios femeninos dibujaban una sonrisa triunfal: “Yo soy una mujer por lo tanto tengo todo el poder sobre los hombres y puedo utilizarlos como me apetezca. ¡Qué feliz soy de haber nacido mujer!”, pensó satisfecha.

Atención, por favor: ¿Te gustaría convertirte en ciudadano de “The Universal Gynecocratic Republic”?