Bodas

Muchas de las mujeres procedentes del patriarcado traen a sus maridos con ellas. Por supuesto que estos hombres son sometidos a un proceso de aceptación del matriarcado y de las costumbres de nuestra república ginecocrática. Pero hay algunos que necesitan someterse a un nuevo ritual de boda para entender que las reglas matrimoniales entre él y su ex-esposa (actual dueña) han cambiado. Es importante que estos hombres, estén dispuestos o no, acepten nuestros ideales basados en la natural supremacía femenina. Es de necesidad que estos machos acepten y asuman, como propias, las reglas de “The Universal Gynecocratic Republic”

Es por ello que, pese a que los rituales matrimoniales son propios del patriarcado y en nuestra república matriarcal no se celebran, puesto que los hombres son, para nosotras las hermanas, simple mercancía, las supremas han decidido permitir la celebración de bodas siempre con el único objetivo de ayudar a la mujer procedente del patriarcado a inculcar a su ex-marido (actual esclavo) los valores propios de nuestra república matriarcal. Se trata de una ayuda extra para que esos maridos de mentalidad patriarcal entiendas que están OBLIGADOS, como hombres, a obedecer y servir a sus esposas, sus diosas.

Actualmente se ha puesto de moda, entre las mujeres casadas procedentes del patriarcado, realizar bodas de dominación ginecocrática, bodas a las que invitan a todas sus amigas, ya sean mujeres nacidas en la sociedad patriarcal, o hermanas educadas en nuestra república. Normalmente nuestras hermanas encuentran exótico y muy interesante este tipo de rituales. Es por ello que les gusta asistir a estas bodas, a estas celebraciones. Es posible que a muchas hermanas les interese ver como hombres procedentes del patriarcado son sometidos por sus mujeres, que pasan a ser sus dueñas. Posiblemente el hecho de saber que esos hombres no han sido educados en “The Universal Gynecocratic Republic” despierte en nuestras hermanas una especial atención por verlos sometidos y humillados.

Estas bodas deben realizarse el día de Venus (el viernes) y la señora deberá elegir si empezar a las 9:00h (boda de mañana), a las 12:00h (boda de tarde) o a las 21:00h (boda de noche) y puede durar tanto como la señora desee. Durante este tiempo se deberán realizar ocho rituales, número de puntos de la Estrella de Venus, y deben cumplir un orden estricto que más abajo detallamos.

Venus a la conquista (Luna de miel)

Parece ser que en la sociedad patriarcal es tradición que el nuevo matrimonio haga un viaje conocido como “Luna de miel”. Esta costumbre ha sido modificada y adaptada a nuestros valores ginecocráticos y nosotras la conocemos como “Venus a la conquista”. Como su nombre indica “Venus a la conquista” consiste en que cualquier hermana, o mujer, podrá usar, o abusar libremente del recién casado. Durante 8 días completos (192 horas), empezando desde las 0:00 horas del viernes siguiente al de la boda, la “esposa” o dueña ofrecerá a su hombre a la comunidad. Esto quiere decir que cualquier mujer o muchacha (desconocidas incluidas) podrán usar, o abusar, del macho con total libertad. Durante ese periodo la dueña colgará del cuello del recién casado un cartel con las palabras “Venus conquest” es decir “Venus a la conquista” y sacará a pasear al hombre para que sea usado, o abusado, por cualquier hermana, o mujer, con que se cruce. La única condición será que la dueña deberá estar presente mientras usan, o abusan, de su macho. Es una forma, por parte de la esposa, de agradecer la amable acogida que las hermanas le han brindado como mujer procedente de la sociedad patriarcal, una atención que ella tiene con “The Universal Gynecocratic Republic” mediante el ofrecimiento de “la presa” (su hombre) a toda nuestra comunidad femenina. Es muy común ver en parques públicos, plazas, calles, centros comerciales y demás, a hombres con el cartel “Venus conquest” colgado de su cuello. Normalmente la dueña permanece unos metros detrás del infeliz hombre observando pacientemente como las hermanas, o mujeres, de alrededor se acercan al chico, unas para acariciarlo, otras para darle unos cachetes en las nalgas, otras para patear su culo, otras para agarrar firmemente sus testículos y estrujarlos, otras para montarlo a caballo, otras para encularlo, escupirle a la cara, abofetearle, azotarle con una vara o una fusta en la espalda o en el culo, etc…

Últimamente se ha puesto de moda que grupos de muchachas jóvenes, y no tan jóvenes, se reúnan en lugares públicos para ir “A la caza de las conquistas de Venus” como ellas dicen riendo. Esto quiere decir a buscar recién casados, con el cartel colgado del cuello, de los que abusar libremente. Es una forma, para la esposa, de mostrar generosidad y para el marido de enseñarle que toda mujer puede abusar de él libremente.

Para las hermanas, educadas en nuestra república es un capricho abusar de los hombres procedentes del patriarcado, pues saben que tienen mentes machistas. Domar y montar a un “caballo salvaje” siempre es más placentero que a uno doméstico. Es por ello que en el ritual de “Venus a la conquista”, la esposa incluso invita a hermanas que pasan por la calle, para que abusen de su recién esposo. Una vez acaba el abuso y la esposa se retira a casa llevando a su esclavo, es muy común que el macho se siente a los pies de su señora y se acurruque en su regazo buscando cariño y comprensión para asimilar tanta humillación gratuita por parte de las muchachas y mujeres anónimas con las que se ha cruzado. Su dueña le acariciará la cabeza, como si fuese un perrito faldero, su fiel mascota, y le consolará haciéndole entender que, habiendo nacido como hombre, su destino no era otro que sufrir, aceptar y aguantar el dolor y la humillación con dignidad y siempre luciendo una ancha sonrisa en los labios.

El hombre suele acabar tan harto de ser abusado que a partir de ese momento se pega a su esposa (dueña) como un perro faldero, sin separarse un milímetro de ella y cumple fielmente todas sus órdenes, atemorizado por no volver a ser abusado públicamente. Desgraciadamente los hombres procedentes del patriarcado que son sometidos a este ritual (“Venus conquest”) acostumbran a someterse de tal forma a la voluntad de sus señoras, y dueñas, que acaban completamente anulados por ellas, y luego son incapaces de servir a otras mujeres o hermanas. Por lo tanto no pueden ser vendidos, como los machos nacidos y educados en U.G.R., ya que morirían de tristeza al ser separados de sus dueñas. A menudo, por no decir siempre, estos hombres exigen ser enterrados con sus dueñas en caso de que estas fallezcan antes que ellos.

Los ocho rituales:

Ocho rituales, número de puntas de la Estrella de Venus, se deberán celebrar durante la boda según el siguiente orden. La ceremonia se iniciará con el primer ritual “Placer femenino” y concluirá con el último “Secuestro”.

Placer femenino

Como todas sabéis, hermanas, nuestra Diosa Venus nos creó para disfrutar la vida y gozar del placer sexual. De esta forma el primer deber del macho será priorizar nuestro placer y estar siempre atento a nuestras necesidades y dispuesto a complacernos tal y como nosotras se lo demandemos. Nuestra divina vulva suele asociarse con una flor. Es por eso que utilizaremos un pétalo de flor, que la madrina haya traído, para realizar el ritual. La novia se lo colocará en su entrepierna, justo sobre los labios menores de su vulva. En un momento dado la madrina reclamará la atención para realizar este ritual que iniciará la boda. Entonces, frente a la mirada de todas las invitadas, la esposa se levanta el vestido, desliza su mano por el interior de sus bragas y saca de su vulva el pétalo de flor para introducirlo lentamente en la boca del novio. En ese momento la novia dirá “Al tragar este pétalo todo tu cuerpo masculino y tu alma de hombre estarán a mi servicio de forma incondicional y para el resto de tu vida”. El hombre lo tragará notando como el pétalo, que la novia ha tenido en la entrepierna, se desliza por su garganta penetrando por su esófago. Seguidamente, en completo silencio, se arrodillará frente a su señora para besar tiernamente su entrepierna. Esa será su silenciosa respuesta. Y es que con ese beso compromete su alma y su cuerpo al placer de ella. Este ritual está diseñado para hacer entender al macho que su principal prioridad debe ser complacer a su señora.

Pies

El segundo ritual de la boda consistirá en una demostración de superioridad absoluta por parte de la novia ante su esclavo. En él, el hombre se arrodillará frente a su dueña para hacerle un masaje de pies y besarlos sumisamente. Mediante el presente ritual, el macho acepta e interioriza la idea de la divinidad femenina, de que las mujeres, en especial su dueña, somo diosas sagradas a las que adorar y obedecer. Además el novio también aceptará que la naturaleza femenina es divina y sagrada y, por tanto, debe someterse siempre a la voluntad de su señora como la diosa que es. Al adorar, y mimar, los pies de su señora ayuda a que esta tengo un contacto completo con el suelo, con la madre Tierra y, por tanto con la Diosa Venus. Unos pies bien relajados y tonificados ayudan a la hermana a sentirse mejor consigo misma y a conectar mejor con su entorno natural. También le ayudará a desplazarse mejor y con más seguridad y agilidad, aumentando, de esta forma la confianza en ella misma. Cuando una mujer se siente a gusto con ella misma y en equilibrio con el resto de hermanas y con la naturaleza, la vida le sonreirá, se sentirá más feliz, poderosa y agraciada y, de forma indirecta su esclavo también recibirá las buenas sensaciones. El marido debe comprender que mantener los pies de su esposa relajados y tonificados, además de ser su obligación como esposo, mejorará considerablemente tanto la vida de su diosa como la suya propia.

Disciplina y dolor

La futura esposa tendrá derecho a usar cualquier utensilio que desee: látigo, vara, cinturón, cepillo o fusta, para azotar el culo del novio delante de todas las señoras. La novia golpeará sin piedad las nalgas desnudas de su futuro marido que se posicionará tumbado en su regazo. La madrina de boda irá dando a la novia los objetos con los que esta marcará la piel indefensa de su macho. En otra variante de este ritual el novio se baja los pantalones y ropa interior dejando su grupa desnuda para seguidamente inclinar su torso frente a la madrina, esta encaja en su entrepierna el cogote del novio para, con sus muslos, inmovilizar del todo los movimientos de cabeza de este mientras la novia azota su culo desnudo e indefenso. Este ritual es imprescindible para hacer entender al hombre que ha nacido para sufrir y que debe aprender a aguantar el dolor con una amplia y generosa sonrisa en su rostro. No sólo tiene la obligación de aguantar el dolor estoicamente sino que, además, deberá agradecer a su diosa por la molestia de educarlo correctamente, por el esfuerzo que ella hace de hacerle sentir un hombre de verdad. Como todas sabéis viene escrito en la naturaleza masculina, en los genes del macho, que su destino debe ser sufrir y aguantar el dolor y la humillación procedente de su señora o de cualquier mujer.

Castidad

En este ritual la madrina tendrá el protagonismo, ella mandará silencio y aparecerá con una bandeja de plata en la que habrá un anillo de oro junto a un cinturón de castidad masculino, o jaula de pene, acompañado de sus correspondientes llaves. La madrina pronunciará el sermón de matrimonio acabándolo con la famosa frase: “Yo os declaro hermana y esclavo”. En ese momento, el novio pondrá el anillo de oro en el dedo anular de su diosa (simbolizando, de esta forma, la toma de posesión completa de todas las riquezas materiales del matrimonio, esposo incluido, por parte de la dueña o esposa) y ella responderá colocándole el cinturón de castidad masculino en su pene, enjaulando su polla y a la vez que pronuncia: “Yo te tomo como esclavo”. La novia se quedará con la llave para lucirla donde desee: colgada al cuello, en la pulsera de su muñeca o en la pulsera de su tobillo. Seguidamente la novia entrega una copia de la llave a la madrina como gesto de confianza hacia sus consejos. Con este ritual se introduce una de las bases más importantes de nuestro hermoso país: la castidad masculina forzada y controlada por nuestras hermanas gracias a la jaula de pene, dispositivo revolucionario presente en la entrepierna de todos nuestros machos sin excepción.

Firma del contrato de posesión

La madrina de la boda, hermana nacida y educada en nuestra república y amiga de la novia, será la encargada de diseñar el contrato y lo traerá redactado junto a la pluma con la que ambos firmarán. La firma de este documento supondrá un cambio total en el estatus legal y social del hombre. Es decir si en el patriarcado tenía estatus de “ser humano” y al llegar a The Universal Gynecocratic Republic pasó a convertirse en un limbo entre cosa, animal, al firmar este documento pasa a convertirse en “ciudadano de nuestra república” es decir pasan a convertirse en una simple posesión con la cual las hermanas y mujeres podremos comerciar y negociar. En otras palabras: este contrato pondrá fin al limbo legal en el que se encuentra el novio para convertirlo en una simple posesión de su esposa y diosa.

Bien común

Este es un ritual enfocado a dejar claro que el hombre, pese a ser legalmente propiedad de su dueña (ex-esposa), podrá ser prestado o compartido por su diosa. La actitud generosa para con sus hermanas tolerará que estas lo utilicen bajo permiso previo. La novia obligará al “marido” a desnudarse, posteriormente este se deberá arrodillar a los pies de todas y cada una de las señoras y mujeres invitadas, para besarlos todos y cada uno de ellos sin excepción, tanto el pie derecho como el izquierdo. Se representa, de esta forma, la puesta en común del macho: a petición de su señora, siguiendo siempre sus órdenes, el hombre estará siempre dispuesto a servir y a complacer a toda la hermandad femenina de nuestra república matriarcal, más allá de ser propiedad de su dueña.

Caballo

La novia mandará desnudarse al esclavo y lo montará a cuatro patas, como si fuese un caballo, o una silla. Después le hará andar a cuatro patas delante de todas las invitadas y, si lo desea, también podrá hacerle rebuznar (como si fuese un burro) o relinchar (como si fuese un caballo). Con este ritual se reduce al hombre al objeto de animal, o de cosa, para que aprenda su nuevo lugar en el hogar: servir a su dueña como silla, mesa, reposapiés o caballo si así se le exige. La mente del hombre es simple, y mientras cabalga como si fuese un caballo llevando a su dueña en la espalda, el esclavo empieza a asumir una idea que se instalará en su mente para el resto de su vida: “Mi dueña será el cerebro, los ojos, los oídos y yo seré la fuerza bruta, el músculo. Ella, mi diosa, pensará por mí y yo, simplemente la obedeceré”.

Secuestro

Al finalizar el baile y la boda, el último ritual consiste en que en un momento dado la novia se despista y las invitadas secuestran al novio para exigir a su dueña un rescate. El macho deberá ser intercambiado por un animal, por dinero o por un objeto. La madrina ejercerá de intermediaria en las negociaciones. Durante el tiempo en que el novio esté secuestrado podrá ser abusado libremente por las señoras y hermanas que lo tienen cautivo. Por lo tanto la nueva dueña deberá ser hábil negociando para liberarlo en el menor tiempo posible. Con este ritual se fomenta la complicidad entre la “novia” (mujer procedente del patriarcado) y las hermanas protagonistas del secuestro. Es decir se fomenta la confianza femenina entre mujeres que es la base de nuestra república ginecocrática y de nuestra sociedad matriarcal.

Una condición de boda

Nuestra estimada amiga, llegada de la sociedad patriarcal con su esposo, se encontró con que su futuro esclavo no quería someterse al nuevo ritual de matrimonio. Influido por la atrasada mentalidad patriarcal, el estúpido macho exigía continuar con el matrimonio androcéntrico que tenían hasta entonces. Finalmente nuestra amiga, su esposa y actual dueña, con la ayuda de algunas hermanas convencieron al arrogante hombre y lograron que se sometiera al ritual. Pero le concedieron la condición de que sería un hombre quien les casaría según el rito cristiano…

… El muy infeliz pensaba que un hombre no toleraría un matrimonio basado en la dominación femenina y en la natural superioridad de la mujer sobre el hombre. El desgraciado esperaba que la solidaridad masculina se impusiera, pero comprobó en persona que nuestros hombres no entienden ese tipo de conceptos, nuestros hombres simplemente obedecen nuestras órdenes y viven para ello. Los conceptos como “hermandad”, “solidaridad”, “amistad”, “fidelidad”, “nobleza”, “respeto” y demás son propios del sexo femenino y están reservados para las muchachas y mujeres. Así que el “cura” (un macho nacido y educado en nuestra sociedad ginecocrática) dirigió el sermón tal y como su dueña se lo hizo memorizar, simplemente repitió como un loro lo que su reina le hizo aprender, y el marido se quedó con un palmo de narices viendo como un hombre (como él) le hablaba de la natural supremacía de la mujer sobre el hombre y del derecho inalienable de las chicas de abusar libremente de los chicos. Durante la ceremonia, el desdichado fue abusado con especial crueldad por parte tanto de su ex-esposa (actual dueña) como de todas las invitadas. El pobre infeliz terminó por aceptar y comprender el mensaje y desde entonces no ha vuelto a exigir derecho alguno, simplemente se ha limita a obedecer a su dueña ciegamente dejando que su señora piense y decida por él, tal y como es natural.