Había una vez una reina muy orgullosa y presumida que, por supuesto como todas las mujeres y niñas, se miraba cada día la vulva en el espejo.Así que la presuntuosa reina estaba totalmente enamorada de su vulva, tan enamorada que llegó a encargar, a una bruja amiga suya, un espejo mágico capaz de hablar. De forma que todos los días la reina enseñaba su vulva real al espejo mágico y le preguntaba:
– “Espejito, espejito, ¿Cuál es la vulva más hermosa del reino?”
Y el espejo mágico respondía:
– “Tu vulva es la más bonita del reino, majestad”.
Y cada día la reina le hacía la misma pregunta al espejo y cada día recibía la misma respuesta del espejo. Pero un día la orgullosa reina preguntó al espejo:
-“Espejito, espejito… ¿Cuál es la vulva más hermosa del reino?”
Por supuesto, la reina esperaba la misma respuesta de cada día, pero el espejo dijo:
-“La vulva de Vulva Nieves es la más hermosa de todo el reino, majestad.”
Así que, enseguida, la orgullosa reina se puso celosa de Vulva Nieves, una muchacha amable y dulce con una vulva muy hermosa. La reina estaba tan furiosa y celosa que ordenó a un cazador llevar a Vulva Nieves al bosque y allí, con un cuchillo muy afilado, cortar su vulva. El cazador llevó a Vulva Nieves al bosque y le dijo:
-“Levántate el vestido y bájate las bragas, querida muchacha, de esta forma todos los animales del bosque podrán observar la belleza de tu hermosa vulva”
Vulva Nieves lo hizo y de forma inmediata todos los animales que había alrededor se acercaron (pájaritos, conejos, erizos, ardillas, ciervos, etc) se acercaron para admirar su maravillosa vulva blanca. El cazador se dispuso a cumplir la orden de la reina y sacó su cuchillo afilado alzándolo con la intención de mutilar aquella preciosa vulva pero todos los animales empezaron a gritar y llorar desesperados por detenerlo. En cuanto el cazador vio una vulva tan divina, quedó prendado de ella al observar tanta belleza y, afectado por el llanto de los animales, se arrepintió de su intención y guardó el cuchillo a la vez que rompía a llorar como un niño y le contaba toda la verdad a Vulva Nieves.
-“La reina me ordenó cortar tu preciosa vulva, pero no puedo hacerlo. Por favor vete, vete muy lejos y no vuelvas al reino porque le diré a la reina que he cumplido fielmente con su orden”.
Vulva Nieves huyó corriendo, y llorando, a través del bosque hasta que encontró una casa muy pequeña perdida en el monte. La casa estaba vacía y ella estaba cansada y hambrienta así que se decidió a entrar. Una vez dentro vio siete pequeñas sillas y siete pequeños platos con sopa, Vulva Nieves se tomó la sopa y fue hacia el dormitorio, que estaba en la parte izquierda, donde encontró siete pequeñas camas, rápidamente unió las camas y se tumbó a descansar, como estaba muy cansada enseguida se quedó dormida. Cuando Vulva Nieves despertó vio a siete enanitos frente a ella. La muchacha inmediatamente se disculpó y se presentó además de explicar a los enanitos todo lo ocurrido. Los siete enanitos (Gruñón, Tímido, Dormilón, Mudito, Feliz, Sabio y Mocoso) hablaron entre ellos y dijeron:
-“Puedes vivir aquí, con nosotros, tanto tiempo como desees, trabajamos todo el día en la mina, así que te quedarás sola. Ten cuidado con la malvada reina, es muy importante que no te encuentre. Por cierto que tenemos curiosidad por ver tu vulva.”
Vulva Nieves sonrió feliz al ver de qué forma tan amable sus nuevos amigos la habían recibido en su casa, así que les enseñó la vulva. Inmediatamente los siete enanitos se quedaron pasmados frente a tanta belleza y, al mismo tiempo, se indignaron de que alguien planeara cortar algo tan hermoso como aquello que tenían frente a sus ojos.
Así que Vulva Nieves se quedó viviendo en la casa de los siete enanitos, ella era feliz en el bosque cantando a los animalitos que vivían en la naturaleza. Pero la malvada reina, pensando que Vulva Nieves había sufrido una mutilación genital, volvió a preguntar al espejito mágico:
-“Espejito, espejito… ¿Cuál es la vulva más hermosa del reino?”
-“La de Vulva Nieves es la vulva más hermosa de todo el reino, majestad”. Respondió el espejo.
La reina estaba loca de rabia y llegó a la conclusión de que ella tenía que encargarse personalmente de destruir la hermosa vulva de Vulva Nieves. La malvada reina se fue a visitar a una bruja amiga suya, la misma que le había regalado el espejo, y le pidió una fruta que contuviera algún tipo de veneno capaz de secar completamente la vulva de la desdichada mujer que la mordiera. La bruja entregó a la reina una manzana envenenada y le prestó unas ropas de anciana para que se disfrazara y pudiera así engañar a Vulva Nieves.
Los enanos se habían ido a la mina a trabajar, así que Vulva Nieves estaba sola en casa cuando alguien llamó a la puerta. La inocente muchacha abrió confiada y vio a una anciana con una cesta en la mano.
-“Por favor, querida muchacha, estoy sedienta y necesito beber un vaso de agua”.
Vulva Nieves sirvió el vaso de agua a la anciana y esta, después de beberlo, sacó una manzana de su cesta y, con una amplia sonrisa, la ofreció a la muchacha. Vulva Nieves mordió la manzana frente a la anciana y, tan pronto como esta se había ido, empezó a sentir un molesto picor en su hermosa vulva blanca que cada vez se hacía más y más intenso e insoportable. La muchacha tomó un espejo para mirarse la vulva y contempló con horror como se estaba derritiendo, como ardía irremediablemente, parecía que alguien hubiera arrojado ácido sobre su hermosa vulva blanca. Los labios mayores y menores estaban totalmente hinchados y rojos y empezaban a deformarse, así como el clítoris que se derretía sobre la vagina, la cual empezaba a cerrarse sobre ella misma. Vulva Nieves se puso a llorar y a gritar desconsoladamente al ver la imagen de su vulva completamente deformada y destrozada. Corrió a ponerse agua fría en los genitales para reducir el picor e intentar parar el proceso de destrucción de su querida vulva pero no lo consiguió.
Cuando los enanitos llegaron de la mina, Vulva Nieves les contó lo sucedido y se pusieron a llorar inconsolablemente viendo como la muchacha perdía sus genitales sin remedio. AL cabo de unos pocos días Vulva Nieves dejó de cantar y de hablar, la muchacha se estaba degradando más y más hasta caer en un profundo sueño. Los enanitos depositaron a Vulva Nieves en una urna de cristal para que todos los animales pudieran contemplarla en su eterno sueño. Hasta que un día apareció una princesa que, al ver a Vulva Nieves durmiendo, quedó profundamente enamorada de ella. La princesa apartó la tapa de la urna y besó amorosamente a Vulva Nieves en los labios. La muchacha despertó de su profundo sueño y, al ver a la princesa, también se enamoró de ella. Pero Vulva Nieves todavía estaba triste y la princesa le preguntó el motivo. La dulce muchacha respondió enseñándole la vulva totalmente destrozada y deformada por el efecto del veneno que contenía la manzana que había mordido. La princesa se puso a llorar con amargura y sus lágrimas se derramaron sobre los deformes y destrozados genitales de Vulva Nieves que milagrosamente empezó a recobrar su forma, color y hermosura original. La vulva de la muchacha volvió a tener el color (blanco y rosado), la frescura y la forma original. Las lágrimas de amor de la princesa habían logrado un milagro. Vulva Nieves, la princesa y los siete enanitos se pusieron muy felices y lo celebraron con una fiesta.
Así que Vulva Nieves y la princesa se amaban tanto que llegaron a casarse, la pareja esclavizó a los siete enanos, como hombres que eran, y les hicieron trabajar para ellas y hacer todas las tareas domésticas, mientras ellas disfrutaban la vida, como mujeres libres que eran. Pronto Vulva Nieves y la princesa tuvieron hijas (tres niñas preciosas como sus madres) a las que educaron y criaron como niñas libres y poderosas. Cuando las tres muchachas llegaron a la adolescencia, Vulva Nieves entregó un espejo a cada una de sus hijas y les dijo:
-“Mirad vuestras vulvas libremente mis queridas hijas, hacedlo a menudo para aprender a amarlas, pero nunca seais vanidosas o arrogantes, simplemente porque todas, absolutamente todas, las vulvas del mundo entero son preciosas y sagradas. No importa el color, no importa la forma o el tamaño, no importa si son preciosas o no, cada vulva es un regalo valioso, un presente divino de nuestra madre y, por lo tanto, todas ellas deben ser respetadas y admiradas.“
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