Figuras de Marlik Hill

Estas figuras aparecieron en Persia, al norte del actual Iran, relativamente cerca de la frontera con Azerbajan. Esta es una zona donde el patriarcado NO PUDO derrotar al matriarcado durante la Edad Moderna. Las figuras tienen una edad aproximada de 3.000 años y nos muestran como era la vida de las mujeres y hombres de la época.

Desliza el “slide” para ver las imágenes de las ocho figuras que nosotras analizaremos.

Relación entre mujeres y hombres

Esta pareja de figuras, masculina y femenina, nos da pistas sobre la relación que había entre hombres y mujeres. Podemos ver como la figura femenina está hecha de un material más noble y fino que la masculina, que aparece llena de grietas e imperfecciones, esto nos enseña que hombres y mujeres vivían separados y tenían poca relación entre ellos, además el estatus social femenino era superior al masculino. Analicemos detenidamente los aspectos y detalles de cada una de las figuras:

La posición: La mujer tiene las manos junto a la boca, la cabeza firme, la mirada recta y una frente bien formada. Mientras que el hombre tiene las manos enlazadas frente a él formando un círculo, su cabeza está inclinada hacia arriba, al igual que su mirada. También podemos apreciar como su cabeza apenas tiene frente.

Analizando estos datos podemos concluir que las mujeres éramos las responsables de pensar, reflexionar y tomar decisiones (nuestra figura tiene frente mientras que la masculina no) además nuestra palabra era lo único que importaba, la palabra masculina no contaba para nada (la figura femenina tiene las manos pegadas a la boca) es decir la voz femenina era la que tenía el poder. La mujer mira hacia el frente, mientras que el hombre lo hace hacia arriba, por tanto es la mujer la que tiene el poder mientras que el hombre se sitúa en un plano inferior (mira hacia arriba) en una posición sumisa frente a la mujer.

Las orejas: Si nos fijamos en las orejas, la figura femenina las tiene lisas, mientras que la masculina las tiene cóncavas. Esto enlaza con el gesto de recalcar las palabras, que hace la figura femenina con las manos, reafirmando la teoría que éramos las mujeres las que dictábamos las órdenes (realzando nuestra voz con las manos) mientras que eran los hombres los que recibían las órdenes (orejas cóncavas, receptoras) y, por tanto, las obedecían.

Las mujeres organizábamos la riqueza grupal y gobernábamos la vida pública. Los hombres, en cambio, obedecían nuestras órdenes sin más.

Es la principal conclusión a la que podemos llegar después de analizar la forma de las orejas de ambas figuras.

La boca: La boca humana tiene dos funciones principales: hablar e ingerir alimentos. La información que nos da la forma de la boca nos habla sobre quien ejerce el poder y quien consume los mejores alimentos. En nuestro caso la figura femenina tiene marcadas cuatro hendiduras en el labio superior que representan los dientes superiores, mientras que la boca masculina no tiene marcados dientes por ningún lado, ni superiores ni inferiores. Podemos deducir, por tanto, que la alimentación femenina tenía mucha más importancia que la masculina. No sería descabellado afirmar que las niñas y mujeres consumíamos los alimentos hasta quedar saciadas para después dejar las sobras a los hombres que las apuraban. Seguramente, esas sobras, primero eran ingeridas por los niños y luego por los hombres adultos.

Man’s mouth Woman’s mouth

También vemos como la figura masculina tiene una boca abierta con forma parabólica mientras que la boca

de la figura femenina no tiene una forma definida. Por la apariencia de los labios podemos deducir que eran las mujeres las que dominaban el lenguaje, las que hablaban y conversaban entre ellas, mientras que los hombres tan sólo usaban monosílabos y sonidos guturales para comunicarse.

Los brazos: En la figura femenina los brazos aparecen flexionados para mantener las manos junto a la boca, mientras que en la masculina los brazos se unen formando un círculo. La vida del hombre seguía una rutina circular a las órdenes de las mujeres mientras que ellas evolucionaban libremente. –

La posición circular de los brazos del hombre también podría representar la posición de castigo. Se sabe que en esta cultura las mujeres obligaban a los hombres a abrazar un árbol mientras les azotaban el culo sin piedad, cuando deseaban castigarlos por algún motivo o por simple diversión de la mujer.

Los genitales: En la figura femenina los genitales aparecen en relieve, y muy bien definidos, el clítoris se puede apreciar perfectamente. Esto nos indica que el placer femenino estaba valorado y se encontraba muy presente en esa sociedad. Al aparecer el monte de Venus en relive, resaltando, como si tuviese vida propia, entendemos que el placer femenino era considerado como algo independiente y, por tanto, estaba separado del resto del cuerpo femenino. Entendemos que las mujeres gozaban del placer sexual libremente y ninguna mujer era juzgaba por sus actividades sexuales.

Por otro lado en los genitales de la figura masculina sólo aparece el pene erecto apuntando hacia el suelo, no tiene testículos. Con esto se entiende que es la mujer la que tiene los testículos, es la mujer la que controla la reproducción y decide cuándo y cómo debe utilizar al hombre para la reproducción. En este caso vemos como el pene sí aparece bien integrado en el cuerpo masculino. Entendemos que el hombre sí era juzgado y considerado por la habilidad de su pene. Es decir: el hombre no podía utilizar el pene libremente y eran las mujeres las que decidían el momento y la manera de utilizar, o abusar, del hombre.

Los pies: Mientras que la figura femenina tiene los pies bien formados y cuidados con los dedos rectos, definidos y marcados, los dedos de la figura masculina aparecen con una forma descuidada, medio torcidos e incluso mal formados.

Pies de la figura masculina Pies de la figura femenina

Entendemos que esta civilización daba mucha importancia a los pies femeninos y a la conexión de la mujer con la Madre Tierra. Seguramente las mujeres obligaban a los hombres a que les cuidaran a menudo los pies para así asegurarse un contacto permanente con la madre Tierra a través de las plantas de sus pies. Cuando unas plantas podales están bien relajadas y tonificadas, la mujer disfruta mucho más del contacto con el suelo, con la Madre Tierra.

Torso, pecho y cintura: El tronco de ambas figuras nos hablan sobre la diferenciación entre hombres y mujeres.

Mujeres y ombligo…

La figura femenina luce un ombligo espectacular que se eleva en dirección cenital, como una enorme prolongación, desde la altura del pecho hacia el cielo.

Esta enorme prolongación simboliza un lazo de amor a sus antepasados: a su madre, a su abuela, a su bisabuela, tatarabuela, etc… Este lazo une, de forma metafórica, el cielo con el corazón de la mujer. La razón de vivir de las mujeres es la energía de recibe de sus antepasados, desde el cielo. Es la definición más exacta de matriarcado.

Además del inmenso ombligo también podemos apreciar los pecho erectos con una pequeña perforación en el pezón. Estamos seguras que esta sociedad daba mucha importancia a la leche materna y otorgaba influencia y poder a las mujeres mientras amamantaban a sus hijas.

Figura de bebé femenino solicitando ser amamantado.

Una de las figuras encontradas es la de una niña bebé solicitando ser amamantada. Sabemos que se trata de una niña por tener definida su vulva e incluso pechos además de tener las orejas planas y no cóncavas (como las orejas de los hombres). También sabemos que se trata de una bebé por el contraste entre las dimensiones de su cabeza y del resto del cuerpo. La pequeña abre sus extremidades (brazos y piernas), mira hacia el cielo y solicita ser amamantada por alguna mujer si consideramos la forma de su boca y sus labios. Entendemos que las madres sólo amamantabas a las niñas. Las mujeres sólo dejaban que las niñas mamaran directamente de sus pechos, pues no se ha encontrado ninguna figura de niño solicitando ser amamantado. ¿Cómo podían alimentarse y sobrevivir, entonces, los niños recién nacidos?

Los hombres y la importancia del cuerno…

Por otro lado en la figura masculina no aparece ningún ombligo. Los hombres no tienen antepasados socialmente hablando. ¿De dónde reciben la fuerza y la razón de ser y existir? La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: De su sumisión y obediencia debida a las mujeres y su adoración a las diosas matriarcales a través de la figura del cuerno.

En vez de ombligo la figura masculina lleva la representación de un cuerno colgado sobre su vientre. Este cuerno lo llevará el hombre toda su vida y simboliza su sumisión hacia la mujer y su obligación de obedecer las órdenes femeninas, además también simboliza su deber de adorar a las diosa matriarcales de forma vitalicia. Al fallecer los hombres son enterrados con su cuerno que les ha acompañado durante toda la vida.

La importancia de los cuernos en esta civilización.

Cuando una mujer paría un niño, tenía que cortar un cuerno de vaca (o “Kevirê”), perforar la punta y con ello amantar a su recién nacido exprimiendo sus pezones suavemente para que la leche se derramase dentro del cuerno y que el bebé masculino pudiera mamar desde la punta. El cuerno de vaca (o “Kevirê”)es utilizado como “biberón” para que el niño pueda nutrirse sin tener contacto físico con el pezón de la mujer. Durante todo su primer año de vida el bebé masculino mamará la leche materna a través del cuerno.

Una vez la mujer ha conseguido un cuerno de vaca, para alimentar a su bebé, debe hacer un pequeño agujero en la punta para que el niño pueda mamar de él. Para hacerlo utiliza un punzón metálico al rojo vivo. De esta forma, convierte el “Kevirê” (o cuerno de vaca) en una especie de “biberón” para que su hijo se alimente durante su primer año de vida, unas trece lunas.

Después de esas trece lunas el bebé masculino era destetado y entregado a los hombres para que lo criasen y educaran. Las niñas, en cambio, se críaban con sus madres y ellas siguían mamando todo el tiempo que la madre deseaba, calculamos (por la figura de la niña bebé) que aproximadamente la niñas podían llegar a mamar unas treinta o treinta y cinco lunas (aproximadamente dos años y medio) antes de ser destetadas.

Para evitar problemas de consanguinidad, las matriarcas sagradas de cada comunidad se reunían y decidían de qué forma distribuir a los niños entre los grupos masculinos pertenecientes a las distintas comunidades matriarcales.

Como ya hemos dicho el cuerno (del que había mamado siendo bebé) era fundamental en la vida del hombre y lo acompañaba durante toda su niñez y adolescencia. Los hombres enseñaban a los niños la importancia de cuidar y valorar su cuerno (o “Kevire”) y mostrarlo con orgullo y dignidad. Es la forma que tenía el hombre de agradecer a las diosas mujeres por haber nacido y haber sido alimentado durante sus primeras 13 lunas.

El “Kevire” y la reproducción

Podemos apreciar, en la figura masculina, como el cuerno tiene una especie de empuñadura (o Ashtokch) además de lucir una serie de marcas. Esa empuñadura es metálica y son las mujeres las que la añaden al cuerno pues son ellas las que dominan la técnica del metal.

Cuando un muchacho cumple doscientas treinta lunas, llega a la edad adulta, y es introducido y presentado en el matriarcado mediante un ritual en el que una matriarca fija una empuñadura metálica al cuerno. A partir de ese momento el hombre (ya no es niño) será usado por las mujeres para reproducción o como juguete sexual.

La empuñadura metálica simboliza la posesión femenina, pues SÓLO la mujer puede manejar metales. El cuerno unido a la empuñadura metálica simboliza la hombría, pues el niño ya ha pasado a ser hombre. Esa hombría está empuñada por manos femeninas (empuñadura). De esta forma el hombre sabe que, pese estar unido a su cuerpo, el pene NO LE PERTENECE a él sino que es propiedad de la matriarca. Sería un antecedente de nuestro cinturón de castidad masculino.

Podemos apreciar varias marcas tanto en el cuerno como en la cintura de la figura masculina. Estas marcas están relacionadas con los ciclos lunares y con la reproducción humana y la fertilización de la Madre Tierra.

Diosas sagradas: Fecundidad, Madre Tierra, Placer creciente y Placer menguante

De igual forma que nuestro cuerpo se rige por la Luna sagrada, aquellas mujeres regulaban sus ciclos de placer y reproducción con los ciclo de nuestro astro divino.

Las noches de Luna llena (1) y Luna nueva (3) las mujeres los dedicaban a la reproducción, mientras que las noches de cuarto creciente (3) y menguante (4) lo dedicaban al placer sexual.

Las noches de Luna Llena (1) y Luna Nueva (2) las mujeres elegían a una serie de hombres, a los que tomar el esperma para quedar embarazadas y así reproducirse. Tenían la creencia de que si una mujer quedaba embarazada bojo la luz de la Luna Llena (1) daría a luz a una niña, y que si lo hacía en la oscuridad de Luna Nueva (2) daría a luz un niño.

Si las mujeres embarazadas en luna nueva paren niñas, estas deben ser purificadas mediante un ritual y el hombre responsable del embarazo debe ser castigado frente a la figura de la diosa de la fertilidad. Las mujeres que, siendo embarazadas en luna llena, paren niños, estos deben someterse a otro ritual y, de igual forma castigan al hombre responsable frente al icono de la diosa de la fertilidad, pues esta se ha sentido ofendida. El castigo consiste en que la mujer le introduce un cuerno por la boca y otro por el ano, de esta forma el al hombre se le recuerda su OBEDIENCIA debida a las diosas matriarcales.

Una vez que las mujeres en estado de quedar embarazadas habían hecho su elección, la matriarca sagrada (que era la única que tenía conexión con las diosas) escogía (de entre los hombres no elegidos) a otra serie de varones que se encargarían de fecundar a la Madre Tierra.

Fecundidad (antecesora de la diosa Anahit)

Como vemos, la figura de la antecesora de la Diosa Anahit tiene el cuello alto, símbolo de poder e influencia, tiene también las caderas anchas, lo que representa una buena conexión con la madre Tierra. El ombligo está salido, lo que simboliza la importancia del matriarcado y de la conexión con la madre y la abuela.

Figura diosa fecundidad, ombligo prominente, las mujeres en ovulación reciben esperma en luna nueva y llene frente a esta figura sagrada.

Las mujeres dispuestas a quedar embarazadas, y que previamente habían calculado su periodo de ovulación, formaban un gran círculo en cuyo centro había situado un icono de la Diosa de la Fecundidad de aquella cultura, antecesora de la Diosa Anahit. Seguidamente tumbaban al hombre elegido en el suelo mirando hacia el cielo, ellas se colocaban sobre él y, bajo la luz de la Luna llena (o sin luz de Luna, en caso de Luna Nueva) se introducían el miembro masculino en la vagina hasta obtener la máxima cantidad de esperma posible.

La matriarca sagrada se queda con los cuernos (con empuñadura) de los hombres que han sido elegidos para fecundar. Ella los guarda hasta ver el esperma ha fecundado o no, en caso afirmativo hace marca en el cuerno según si ha fecundado en luna llena(círculo) o nueva(punto). Una vez hecha la marca se lo devuelve al hombre.

Madre Tierra (antecesora de Tištrya)

Mientras las mujeres tomaban el esperma de los hombres que habían elegido, los que habían sido escogidos por la matriarca sagrada para fecundar a la Madre Tierra, hacían otro círculo en cuyo centro era colocado un icono de la Diosa de la Tierra.

Diosa de la Madre Tierra, antecesora de Tištrya

Esta diosa se representaba, como vemos, en una figura femenina con unas caderas y muslos enormes en los que venían representados, mediante símbolos, todas las especies vegetales y animales separadas en dos filas: en la fila inferior las vegetales y en la superior las animales. La presencia de vulva y pechos, nos remarca el carácter femenino de esta diosa. Los ocho collares que luce en el cuello representan la estrella de Venus, pues esta cultura también adoraba al planeta Venus. La cabeza de la figura aparece coronada con gotas de agua resbalando hacia la cara, es un símbolo claro de la lluvia. Igual que el agua se derrama sobre la Madre Tierra para dar vida, el hombre debe derramar su esperma sobre ella para fecundarla.

Una vez que estos hombres se colocaban en círculo con la Diosa Madre en el centro, tenían que ponerse en cuclillas, cavar un pequeño hoyo en el suelo y eyacular dentro para después enterrarlo a la vez que agradecía a la Diosa Tierra por haberle elegido para adueñarse de su esperma. Que el pene de la figura masculina apunte hacia el suelo nos habla de la obligación del hombre de depositar su esperma en el seno de la Madre Tierra. La sacerdotisa sagrada controlaba que todo se hiciera según el ritual. De alguna forma los hombres devolvían a las mujeres la leche con la que habían sido amamantados de bebés a través del cuerno. Unos al vientre femenino y otros al vientre de la madre Tierra. Aquella cultura matriarcal tenía la creencia de que la vida que nace en la Tierra lo hace gracias a la leche que los hombres entierran en ella. Esa vida y esa energía pasa a las mujeres a través de los pies y de ahí aparece la leche con la que amamantar a las crías en un ciclo eterno e infinito.

De esta forma, aproximadamente cada catorce noches, cuando en el cielo había Luna llena, o luna nueva, las mujeres que deseaban quedar embarazadas tomaban el esperma de los hombres elegidos por ellas mismas y la Madre Tierra, a través de la sacerdotisa sagrada, elegía a otros hombres para adueñarse también de su esperma.

Diosas del placer femenino: Placer creciente y Placer menguante

Como ya hemos recalcado anteriormente, esta civilización daba mucha importancia al placer femenino: el pubis en relieve de la figura femenina y sus órganos genitales bien definidos nos lo certifican. Como el placer era considerado un regalo de las diosas, las mujeres organizaban sus rituales de placer en función de la Luna y en función también de la menstruación. Estos rituales de placer femenino eran reservados a las mujeres, las niñas no podían participar hasta que no tuvieran la menstruación. Por supuesto las pequeñas tenían total libertad para descubrir su propio cuerpo y jugar con él, pero no podían participar en estos rituales. Existían dos tipos de rituales: el primero se celebraba las noches en que la Luna estaba en cuarto creciente (3) y se realizaba en honor a la diosa Ajsyt (diosa del placer creciente) y el segundo se celebraba las noches en que la Luna estaba en cuarto menguante (4) y estaba dedicado a la diosa Kadesh (diosa del placer menguante).

Ajsyt (Diosa del Placer creciente)

En las noches en que la Luna estaba en cuarto creciente (3), las mujeres más jóvenes, que aún tenían la menstruación, tomaban el protagonismo: primero escogían a los hombres a los que iban a utilizar como juguetes sexuales y luego hacían un enorme círculo en cuyo centro situaban a Ajsyt, diosa del placer creciente.

Figurita de Ajsyt, diosa del placer creciente, hecha de metal (cobre), simboliza el placer creciente, el metal simboliza riqueza, por tanto son las mujeres las que tienen la riqueza y el poder. El monte de Venus aparece separado del resto del cuerpo por una hendidura realzando, de esta forma, la importancia del placer femenino. Las manos bajo sus pecho recalcan el poder de las mujeres, pues, gracias a esos pechos, la humanidad existe, evoluciona, crece y se desarrolla. Al ser las mujeres las que manejaban el cobre, se podía decir que nosotras teníamos el poder y la riqueza. Los agujeros en las orejas de la figura representan la buena comunicación que había entre las muchachas y las mujeres, nosotras nos escuchábamos y decidíamos.

Figura de la diosa Ajsyt, las mujeres reciben placer frente a esta figura sagrada en una luna en cuarto creciente.

Seguidamente invitaban a todas las otras mujeres, las que ya no tenían la menstruación o estaban pasando la menopausa, y juntas utilizaban y abusaban de los hombres elegidos (que eran usados como juguetes) para gozar del placer erótico femenino. Las únicas reglas eran que las mujeres jóvenes debían dirigir el ritual y los hombres tenían PROHIBIDO eyacular, pues su esperma debía reservarse para fecundación (de las mujeres o de la Madre Tierra) en las noches de Luna llena o nueva.

Kadesh (Diosa del Placer menguante)

En las noches en que la Luna estaba en cuarto menguante (4), las mujeres maduras, las que ya no tenían la menstruación, eran quienes tomaban el protagonismo: primero escogían a los hombres a los que iban a utilizar como juguetes sexuales y luego hacían un enorme círculo en cuyo centro situaban a Kadesh, diosa del placer menguante, frente a la cual las mujeres (jóvenes y maduras) recibían placer.

Figura de Kadesh, diosa del placer menguante.

Seguidamente, igual que con la Diosa Ajsyt pero al revés, las mujeres maduras invitaban a todas las demás a unirse al ritual. Así todas las señoras, en edad fértil, o no, disfrutaban juntas utilizando y abusando de los hombres elegidos para gozar del placer erótico femenino. Las únicas reglas eran que las mujeres maduras debían dirigir el ritual y, de la misma forma que en el ritual del cuarto creciente, los hombres tenían PROHIBIDO eyacular, pues su esperma debía reservarse para la fecundación (de las mujeres o de la Madre Tierra) en las noches de Luna llena o nueva. En esos rituales las mujeres maduras dejaban volar libremente su imaginación para, sin ningún tipo de límite o de tabú, abusar de los hombres elegidos. De forma que los hombres elegidos ansiaban la llegada del amanecer para dejar de ser utilizados y humillados por aquellas mujeres de refinada imaginación que no ponían fronteras de ningún tipo en su deseo de hacer realidad sus más crueles fantasías.

Estos dos rituales (placer creciente y menguante) aumentaba la complicidad entre mujeres de todas las edades, pues facilitaba el conocimiento entre ellas y la comunicación intergeneracional. Se puede decir que, más allá del placer erótico, estos rituales fortalecían la hermandad femenina y el matriarcado.

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Los usos del hombre: como juguete sexual o medio de transporte

Junto a la figura humana masculina se encontraron dos figuras más de lo que parecen ser dos toros. Se trata, sin duda, de representaciones metafóricas del uso que las mujeres daban a los hombres.

a) Figura de un toro con ruedas: No cabe duda de que esta figura simboliza al hombres, pues tiene cuernos (el hombre siempre va acompañado de su “kevirê”) y no tiene cola. Al tener ruedas significa que el hombre era utilizado para el transporte, tanto personal como de mercancías entre las distintas comunidades. Vemos como la grupa es plana y angulosa, entendemos que cuando el hombre es usado como medio de transporte su culo sólo sirve para recibir varazos de castigo y así no perder la marcha. Las mujeres controlaban las granjas y la comida pero, además también el hombre buscaba comida por los bosques salvajes para entregarlos a las comunidades, para transportarlos hasta los nidos matriarcales.

b) Figura de toro con pendientes y morro fálico: Esta segunda figura representa como el hombre (figura con cuernos) también era usado como juguete sexual. Como vemos, la figura representa un culo esférico y realzado y adopta la posición para ser abusado (o enculado). Sus patas están bien fijadas al suelo y son cortas y delgadas, lo que representa una función estática y no dinámica (pues cuando era abusado el hombre debía quedarse quieto).

También vemos como la figura tiene cada una de las orejas perforadas por un pendiente. Se trata de una metáfora de dos aspectos importantes:

  1. La “perforación de las orejas” pues la mujer acostumbraba a morder (a veces hasta el punto de perforar) con fuerza la oreja del hombre cuando, mientras lo enculaba, ella alcanzaba el orgasmo.
  2. El pendiente en la oreja simbolizaba el pago entre comunidades. Es la prueba de que los hombres eran comercializados entre comunidades. Es decir, la matriarca sagrada elegía a algunos hombres de su comunidad para “alquilarlos” a las mujeres de otras comunidades las noches en que la Luna estaba en cuarto menguante o creciente para realizar los rituales del placer femenino. Estos hombres eran enviados para ser abusados durante esos rituales y al amanecer volvían solos a su comunidad de origen con pendientes de metales nobles que las mujeres abusadoras ponían en sus orejas como pago por aquellos cuerpos masculinos La matriarca sagrada recogía aquellos pendientes de las orejas masculinas y los incorporaba al tesoro de su comunidad.

Otro aspecto que nos llama la atención de esta figura es su boca en forma de pico extremadamente alargado, su perfil fálico nos hace pensar que los hombres eran frecuentemente utilizados por las mujeres para gozar del placer del cunnilingus. Incluso es posible que obligasen a algunos hombres a realizar periódicamente ejercicios bocales destinados a tonificar los labios y a alargar, agrandar y fortalecer la lengua para hacerla más elástica y resistente.

Las marcas del “Keviré”

Como ya hemos mencionado, los hombres llevan durante toda su vida el cuerno de vaca, o “Kevirê”, con el que fueron amamantados. En dicho cuerno aparecen una serie de marcas de dos formas diferentes: círculos y puntos. Estas marcas las hacen las matriarcas sagradas cada vez que el hombre fecunda a la Madre Tierra y la Diosa “Tištrya” se adueña de su esperma en su ritual. Si la Madre Tierra recibe el esperma en Luna llena la matriarca marcaba un círculo en el cuerno, si lo hace en Luna nueva entonces marcaba un punto.

La flecha roja indica las marcas que la matriarca sagrada hace en el “Kevirê” y la flecha verde las marcas que las mujeres embarazadas hacen en la cintura del hombre.

Además de las marcas en el “Kevirê” también vemos marcas en la cintura del hombre. Dichas marcas las hace la mujer que queda embarazada. Frente a la injusticia de tener que sufrir los dolores del embarazo y el parto, la mujer tiene el derecho de hacer ese sufrimiento extensivo al hombre que la embarazó, marcando la cintura del varón. La propia mujer embarazada la hace una marca con la punta de un hierro incandescente, marcando un punto si el hombre la embarazó en luna nueva y utilizando un anillo metálico incandescente, al rojo vivo, para marcar un círculo en caso de haber sido embarazada en luna llena.

De esta forma mirando las marcas en la cintura de un hombre se podía saber cuántas mujeres se habían embarazado con su esperma en Luna llena o nueva. También mirando su “Kevirê” se podía saber cuántas veces la diosa “Tištrya” se había adueñado de su esperma en Luna llena o nueva.

El día a día

Podríamos definir como era el día a día de esta sociedad matriarcal a través del carácter, ginárquico de sus comunidades, según todos los indicios analizados:

Las mujeres teníamos todo el poder y la sabiduría.

a) Los hombres adoraban a las mujeres de forma habitual, todos los días los hombres masajeaban los pies femeninos pues, con unos pies tonificados, las mujeres podrían recibir la energía que la Diosa Madre Tierra entregaba a sus hijas desde el suelo.

b) Los hombres recolectaban alimentos: frutos del bosque, setas, raíces y demás. Además también cogían los animales que caían en las trampas que las mujeres habían puesto en el bosque durante la noche. Toda esa comida la llevaban al poblado femenino para que las mujeres las cocinaran, pues sólo ellas podían dominar el fuego y, por tanto, el arte de cocinar.

b) Las mujeres cocinaban y comían hasta saciarse mientras lo hombres y niños miraban, de esta forma los niños aprendían que las niñas y las mujeres tenían prioridad, después los niños comían las sobras mientras los hombres masajeaban y adoraban los pies de las mujeres estando ellas tumbadas descansando de la comida. De esta forma una vez las mujeres habían saciado su estómago, los hombres tonificaban sus pies para que ellas se siguieran alimentando a través de la Tierra.

c) Cuando los niños acaban de comer las sobras que habían dejado las niñas y mujeres, los hombres paulatinamente iban dejando los pies de las mujeres para comer las escasas sobras que hubieran podido dejar los niños. De esta forma los hombres siempre tenían hambre y agudizaban sus sentidos en la búsqueda de alimento para traerlos a su comunidad.

d) Finalmente los hombres y los niños abandonaban el poblado para dejar solas a las mujeres y niñas, pues hombres y mujeres no compartían conocimiento ni afecto.

Las mujeres criaban y educaban a las niñas mientras los hombres a los niños.

e) La crianza y la educación, como ya hemos mencionado, se hacía por separado: las mujeres criaban y educaban a las niñas y los hombres a los niños.

En la actualidad

En la actualidad en la zona donde se encontraron estas figuritas, norte de Iran, provincia de Gulan, las mujeres se encargan de cocinar y disfrutar de esa cocina. Tal y como podemos ver en los clips de “My rural life” los hombres no aparecen por ningún lugar, son absolutamente innecesarios mientras que nosotras, las mujeres lo dirigimos y controlamos todo.

https://www.youtube.com/results?search_query=my+rural+life

El cuerno

La figura del cuerno, esencial en la cultura matriarcal que estamos analizando, ha traspasado fronteras temporales y geográficas hasta el punto que en la Edad Moderna el pintor Rubens quiso honorar el poder femenino con su obra “Abundance

Obra “Abundance” de Rubens, un homenaje al poder fememnino.

Ignoramos si Rubens conocía, o no, la civilización que estamos estudiando, el caso es que su obra refleja fielmente como creemos que funcionaba esta civilización. En su pintura podemos ver como una mujer, con corona y perlas en su pelo (símbolo de riqueza, autoridad e influencia), derrama alimentos, en forma de frutas, del interior de un cuerno que ella misma retiene con sus dos manos y brazos bien formados. A través del cuerno la mujer alimenta a dos niños que, contentos, se abalanzan sobre el alimento. La teta derecha de la dama parece querer salir del escote para poder mostrarse. Con su desnudo pie derecho, la mujer, pisa un recipiente que contiene monedas, su intención es retenerlo para no perderlas. Esto significa que la mujer controla y dirige la riqueza material mientras los niños (futuros hombres) simplemente se conforman con comer y llenar la barriga. Arriba, en el cielo, el sol (símbolo del patriarcado) contempla impotente como la mujer tiene el poder, como la Luna Sagrada ha ganado la guerra de los sexos, y el matriarcado en forma de gobierno femenino universal se ha impuesto por toda la Tierra.

Parece claro que no sólo Rubens sino que muchos otros autores entendieron enseguida la importancia de “el cuerno” como un símbolo de poder femenino.

Obra en la que una mujer coloca un cuerno pegado a su pecho derecho para que, de él emane leche sagrada. Se trata de “Abundia”

Entendemos que el icono del cuerno del cual emana alimento debió iniciarse en nuestra cultura matriarcal para después extenderse por el imaginario popular de todos los pueblos de Europa y, posiblemente, también del mundo. En esta imagen vemos a “Abundia” diosa en la mitología romana.


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