Abofeteando al macho

Desde el principio de los tiempos, las mujeres tenemos el derecho divino de abofetear al hombre libremente, no necesitamos justificación ni motivo para hacerlo. Como todas sabemos los hombres son hombres, es decir tienen la mente sucia por naturaleza, y por tanto, merecen ser abofeteados frecuentemente. Abofetea a tu macho libremente querida hermana, si tú no sabes el motivo él seguramente sí lo sabrá.

Abofetear a un hombre es uno de los mayores placeres que tenemos las mujeres. El abofeteamiento del hombre libera el stress, equilibra tu energía y relaja el ánimo pues hace que se descargue en el macho toda la tensión que, como mujeres, acumulamos a lo largo del día.

El problema aparece con las mujeres procedentes de sociedades patriarcales. Aquí tenemos un choque entre culturas: en la cultura patriarcal abofetear a alguien implica una ofensa, mientras que en nuestra cultura matriarcal abofetear a un hombre, por parte de una mujer, no se considera como tal sino como una forma de descargar tensión o de amonestarlo y, por tanto, corregirlo y educarlo. Es por ello que las hermanas procedentes del patriarcado se sorprenden mucho cuando el hombre responde con una sonrisa o con palabras de gratitud cuando lo abofetean. Nuestros machos entienden que, cuando reciben una bofetada por parte de una mujer, lo hace por dos posibles motivos: corregirlo por una mala actitud o simplemente para descargar tensión y, por tanto, sonríen y agradecen a la señora el tomarse la molestia de corregirle o de elegirle a él para descargar su tensión.

Sabemos que las mujeres del patriarcado, algunas de ellas, muy pocas, abofetean a sus maridos cuando están enfadadas y en casos muy concretos. Pero nosotras, además de por rabia también lo hacemos por simple diversión.

Invita a una amiga procedente del patriarcado para enseñarle las técnicas de abofeteamiento más comunes entre nosotras. No dudes en prestarle a tu macho para que aprenda diferentes técnica de abofeteamiento.

Déjale claro a tu amiga que es muy importante dejarse llevar, que no debe tener vergüenza, ni temor, cuando abofetea a un hombre. Seguramente tu hermana reirá después de las primeras bofetadas, es una forma de descargar tensión pues, como ya hemos dicho: las mujeres procedentes del patriarcado no están muy acostumbradas a abofetear a los hombres.

Informa a tu hermana sobre aspectos importantes cuando practicamos el abofeteamiento: por ejemplo que la cara del hombre siempre está dura al principio, debido a la tensión del macho al saber que será abofeteado. Pero que a medida que recibe bofetones los músculos faciales masculinos se relajan y las mejillas se vuelven más blandas, haciendo más placentera la sesión.

La cara del macho siempre sigue el mismo patrón al ser aboteada: al principio está dura por la tensión, después se relaja y queda blandita y elástica, es el mejor momento. Más tarde vuelve a ponerse dura y tensa pues el hombre se desespera al ver que cada vez le duele más y tú disfrutas con ello.

Es fundamental que, si decides abofetear muy fuerte, hagas descanso cada cuatro o cinco bofetadas, estimada hermana, pues debes dejar reposar tu mano. Es muy importante que descarges tu rabia y tu enfado, pero recuerda que tu mano, igual que todo tu cuerpo, es sagrada y debes vigilar que no se lesione.

Es importante, estimada hermana, que liberes tu tensión y tu rabia pero que protejas tu cuerpo, que es sagrado. Ten cuidado de no dañarte ni lesionarte tu mano divina.

Consejos:

a) Convierte el abofeteamiento en un acto social: puedes quedar con tus hermanas, traer a vuestros machos y abofetearlos libremente mientras comentáis entre vosotras las sensaciones que tenéis al hacerlo. Podéis comentar las técnicas, las mejores posiciones, de cuerpo, de piernas, los secretos para coger impulso con el brazo, etc…

b) Antes de iniciar la sesión de abofeteamiento estira bien tus manos y ejercita tus dedos para pepararlos debidamete. Es muy importante para evitar posibles lesiones.

Una hermana estirando sus manos para iniciar una sesión de abofeteamiento.

c) Cuando afofeteas hazlo con el anverso y reverso de la mano, de esta forma repartes la presión y al macho le impides dascanso alguno que pueda relajarlo.

d) No temas probar de abofetear con ambas manos: si eres zurda prueba con tu derecha, si eres diestra prueba de hacerlo con tu mano izquierda.

Hermana practicando diferentes técnicas de abofeteamiento.

De esta forma llegarás a dominar la “técnica de la bofetada ambidiestra” y el macho jamás sabrás a qué lado de su cara le llegará la bofetada.

e) Prueba distintas técnicas de abofeteamento: mano abierta, mano medio cerrada, dedos más o menos pegados, etc…

Juega con las distintas formas de abofetear a tu hombre, estimada hermana.

f) Con el tiempo y la práctica abofetearás de forma más natural e incluso podrás jugar con tu hombre, haciendo amagos de bofetada y burlándote de la mueca de su cara al creer que de verdad le ibas a abofetear.

Diviértete haciendo burla de tu chico simulando que abofeteas su asquerosa cara masculina.

El buen sentido del humor es muy importante en la relación entre dueña y esclavo. Mófate y ríete libremente de sus muecas siempre que quieras, hermana.

g) Para las hermanas más avanzadas: Prueba la técnica de “manos cruzadas” consiste en abofetear con las dos manos a la vez, de forma que ambos costados de la cara del macho reciben a la vez el impacto. Esta técnica es para hermanas que dominan bien este arte.

h) De vez en cuando haz alguna pausa y pálpate las manos, una con otra, para comprobar que todo está bien. Si notaras alguna molestia, por pequeña que sea, es mejor que suspendas la sesión y lo dejes o, si lo deseas, practiques con tu hombre algo más tranquilo como el “grabbing balls“. Proteger tus manos es lo más importante.

Hermana palpándose las manos en una sesión de abofeteamiento.

Después de la sesión

Una vez has descargado toda tu tensión y tus mala energía abofeteando a tu macho, cuando ya estés completamente relajada y decidas dar por concluida la sesión de abofeteamiento, es muy importantes que obligues a tu hombre a besarte la mano.

Obliga a tu macho a besar tus manos después de cada sesión de abofeteamiento.

De esta forma el hombre agradece la molestia que te has tomado con él. Desde siempre y para siempre un hombre debe sentirse honrado de que una mujer, como tú, haya dedicado tiempo y esfuerzo en corregirlo o de que haya elegido su rostro para descargar toda la tensión femenina que llevaba acumulada.

Truco para conocer si el hombre tiene, o no, experiencia cuando vayas a comprarlo

Un truco para saber cuando un macho está habituado a ser abofeteado es jugando con la sombra de tu mano. Deja una sóla luz en la habitación y juega con la sombra de tu manos, tus manos, en la pared, haz que tu macho se siente, o se tumbre relajado y oblígale a mirar los movimientos de la sombra de tu mano.

Sólo viendo la sombra de tu mano el macho ya debe asustarse.

Si notas que sus pupilas se contráen bruscamente, que el bello de sus brazos se eriza y que su ritmo respiratorio se acelera, no hay duda, se trata de un hombre habituado a ser abofeteado. Este truco te servirá para negociar el precio cuando quieras adquirir un macho en el mercado. Como sabes normalmente los machos no acostumbrados a ser abofeteados (o chicos facialmente “vírgenes”) tienen un precio más alto, pues la hermana sabe que podrá disfrutar enseñándole a recibir bofetadas estoicamente y éso siempre es un placer.

Ama tus manos

Mirate las manos a menudo, estimada hermana, contempla su belleza y su delicadeza. Nuestra Diosa Venus nos hizo perfectas, por lo tanto todo lo que hacemos con nuestras manos es perfecto en sí mismo.

Nuestras manos femeninas se hicieron no sólo para amarnos entre nosotras, las mujeres, sino también para descargar nuestra rabia y nuestra tensión acumulada. Todo lo que nuestras manos crean, todo lo que nuestras manos realizan y generan brota de nuestro interior y, por tanto, tiene un ingrediente sagrado, como mujeres que somos. Debes sentirte orgullosa de tus manos y de todo lo que haces con ellas: desde acariciar dulcemente la mejilla de tu hermana hasta abofetear con violencia la cara de un hombre, pasando, por supuesto, por utilizarlas para acariciarte a ti misma y buscar placer con ellas. Siente como la divinidad habita en ellas.

Con el paso del tiempo en nuestro mundo matriarcal quedarán las obras que hayan hecho tus manos.

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