Grito masculino, placer femenino

Hoy te hablaremos, querida hermana, sobre la relación entre nuestro placer y el dolor masculino.

Nuestras hermanas científicas, durante más de tres años, han realizado una rigurosa investigación que ha dejado demostrada la relación directa, de causa y efecto, entre nuestro placer y el grito de dolor que emana de la asquerosa boca masculina cuando azotamos o hacemos sufrir a un hombre. Queda, por tanto, demostrado científicamente que el grito de dolor, y angustia, masculino estimula el placer femenino.

Las hondas del grito de angustia masculino estimulan la zona de nuestro cerebro encargada de activar las glándulas responsables de la producción de oxitocina, la hormona del placer. Por otro lado los gritos de dolor masculino activan la liberación de estrógenos y testosterona, imprescindibles para mantenernos jóvenes, sanas, alegres y felices. Además también demostraron que se estimula la liberación de endorfinas en nuestro cerebro, es la misma hormona que producimos al reír.

Es por esto que tenemos una saludable tendencia natural a hacer sufrir a los hombres.

Esto tiene una explicación científica: cuando el cerebro femenino oye el grito de dolor y angustia procedente de un cuerpo masculino, inmediatamente nuestra mente femenina adopta la idea de que el hombre está sometido, anulado y, por tanto, su estúpido carácter misógino y prepotente ya no suponen una amenaza para ella, ni para ninguna de las hermanas que se encuentren a su alrededor. Es, en ese momento, cuando nuestro cerebro femenino se relaja y activa la producción de las hormonas del placer…

Durante los tres años que duró el estudio científico, un total de quinientos hombres fueron sometidos a dolor severo varias veces al día durante un mes. Unas seiscientas de nuestras hermanas se colocaron sensores de actividad cerebral y se dividieron en tres grupos (“A”, “B” y “C”) de doscientas hermanas cada uno. Las hermanas del grupo “A” se taparon los oídos, dejando sus ojos libres, las del grupo “B” se taparon los ojos, dejando sus oídos libres, y las del “C” no se tapó ninguno de los sentidos. Nuestros sensores de actividad cerebral captaron las diversas respuestas del cerebro de nuestras hermanas y los resultados fueron sorprendentes.

-Grupo A: Con los oídos tapados vieron las expresiones de dolor en los rostros masculinos, pero no oyeron los gritos.

-Grupo B: Con los ojos tapados oyeron los gritos de dolor, pero no vieron las expresiones en los rostros masculinos.

-Grupo C: Con todos los sentidos libres, pudieron presenciarlo todo libremente, oyeron los gritos de dolor y vieron las expresiones en los rostros masculinos.

Unas seiscientas hermanas colaboraron con el estudio.

Los sensores de actividad cerebral rebelaron que lo que más excita a nuestra mente femenina es oír los gritos de dolor masculino mientras nuestras ojos están completamente tapados y no podemos ver. Por otro lado ver y oír el sufrimiento masculino también nos excita pero no tanto cómo sólo oírlo. Finalmente, lo que menos excita a nuestra mente es presenciar el sufrimiento masculino sin poder oírlo.

La conclusión a la que llegaron nuestras hermanas científicas es que es el oído, y no la vista, el sentido que más está relacionado con la sensación de placer femenino.

El estudio científico analizó las reacciones de nuestro cerebro ante estímulos procedentes tanto del oído como de la vista.

El hecho que nuestro cuerpo sienta más placer sólo oyendo que viendo y oyendo, a la vez, está directamente relacionado con nuestra superior capacidad femenina de desarrollar la imaginación. Las mentes desarrolladas, como la femenina, disfrutan de una habilidad, casi ilimitada, para imaginar y relacionar ideas, una capacidad imaginativa muy superior a la mente animal, como por ejemplo la mente humana masculina, que es bastante más simple y subdesarrollada que la nuestra.

El oído femenino es el sentido que más ligado está con nuestro placer íntimo y nuestro bienestar femenino.

Por lo tanto es muy importante, estimadas hermanas, que cuando decidamos utilizar a nuestro hombre para hacerle sufrir por nuestro placer y bienestar, cerremos los ojos para estimular nuestra natural imaginación femenina. Estamos convencidas de que disfrutarás de un placer mucho más intenso que si abres los ojos. No olvides nunca que nuestra imaginación es el mejor afrodisíaco que existe. Si consigues que tu imaginación se dispare, una tarea sencilla para nosotras las mujeres, podrás alcanzar fácilmente un orgasmo profundo si así lo deseas.

Por otro lado, no debes preocuparte por tu macho. Recuerda, querida hermana, que los hombres nacieron para sufrir y podemos abusar de ellos libremente. Los chicos estás genéticamente preparados para aguantar el dolor y, además, debes pensar que un hombre siempre siente alivio al saber que su dolor sirve para hacer disfrutar y gozar a una mujer. Los hombres deben aceptar, y entender, que tu placer debe ser su más absoluta prioridad.

Si leemos atentamente la nuestra historia sagrada vemos como el capítulo 21, versículo 3, nos habla de como nuestra sagrada diosa Venus nos anima a doblegar y someter al hombre. Estamos seguras de que a través de la Luna, nuestro astro sagrado, y su divina luz, las mujeres mantenemos viva la necesidad de hacer sufrir al hombre, de hacerle sentir dolor como algo natural y deseable, tanto para él como para nosotras.

Por tu salud, placer y bienestar no dudes en hacer sufrir a tu macho, amada hermana. Las mujeres tenemos derecho a ser libres y felices, nuestra amada república matriarcal debe garantizar ese derecho sagrado. El bienestar físico, y psicológico, de todas nuestras hermanas es, por tanto, nuestra principal prioridad.

Haz sufrir a tu hombre, hazlo a menudo por tu placer y tu bienestar femenino. Además, hacerle sufrir te ayudará en el proceso para que acepte sus deberes de esposo , deberes y obligaciones que todos los esposos, del mundo patriarcal deben cumplir.

Te proponemos hacerlo de forma periódica como un ejercicio saludable y agradable para ti. Como mujer tienes el derecho de hacer sufrir a tu hombre si, con ello, tú puedes gozar y disfrutar.

Cada vez que te apetezca gozar del placer de la risa, o simplemente, relajarte después de un largo día de trabajo, puedes coger un cinturón, una correa, una gruesa cuerda, una vara de castigo, un látigo, o cualquier otro objeto similar, desnudar a tu esclavo, o esclavos, y azotarles el culo, o la espalda, libremente. Puedes invitar a tu hermana, o hermanas, para que disfruten contigo de la experiencia.

No olvides obligar a tu macho a permanecer postrado a tus pies mientras lo azotas y a besar tu mano antes y después de la sesión de “castigo”. Con esto el hombre recuerda en todo momento que él debe obedecerte y aceptar el dolor como una bendición desde el momento en tú gozas de él libremente.

Hay hermanas que prefieren usar un potro para tener el culo del macho más expuesto. Nosotras creemos que es una opción interesante si tienes suficiente espacio en casa, pero tampoco resulta imprescindible.

Sea como sea, estimada hermana, no olvides reírte de tu esclavo, el buen humor es fundamental para una vida saludable. Tampoco olvides posar tu mano sobre sus asquerosas nalgas masculinas con frecuencia. Con este simple gesto, a la primitiva mente masculina le llega el mensaje de que él no es más que un ser inferior y que tú tienes todo el derecho de abusarlo libremente.

Otra variante, también interesante, si no dispones de potro ni tampoco de mucho espacio, consiste en poner al macho tumbado boca abajo en tu regazo, sobre tus piernas.

Esta postura te dará un control total y absoluto sobre su ridículo cuerpo masculino, además de dejar su culo totalmente expuesto, e indefenso, a tu merced y libre voluntad. Otras dos ventajas importantes son que sus gritos de dolor emanan de su boca con más intensidad, gracias a su postura, y que el calor que genera su vientre, de forma natural, excitará aún más tu entrepierna tonificándola para estimular tu placer más íntimo.

Desgraciadamente, querida hermana, algunos machos, con poca preparación terminan por no soportar más el dolor en la piel de sus asquerosos culos y escapan de tu regazo dejándote a medio placer. Si esto te pasara no lo dudes ni un segundo:

Corre tras él y no pares hasta “darle caza” cuando lo hayas hecho siéntate sobre su espalda, utiliza tu peso para inmovilizarle, y abofetea su culo desnudo sin piedad hasta que se desmaye de dolor. De esta forma te asegurarás que jamás vuelva a desafiar tu autoridad.

Otra técnica de disfrute del dolor masculino, en caso de no querer esforzarte mucho, consiste en utilizar el dispositivo genital de descarga eléctrica o “Electric cock ring

Si simplemente deseas relajarte y descansar, sin hacer esfuerzo, túmbate, cierra los ojos y deja que el dispositivo eléctrico haga el resto. Así podrás acariciarte libremente oyendo sus intensos gritos de angustia y dolor sin límite.

También puedes usar el dispositivo eléctrico para pasar una tarde divertida con tu hermana, utilizando el mando a distancia para hacerle gritar cuando tú decidas.

Nuestras dos hermanas pasaron una tarde entretenida, riendo y disfrutando, haciendo saltar al asqueroso macho como si fuese un animal, un conejo campestre en este caso. Las posibilidades de este dispositivo son múltiples y variadas: sus agudos gritos de horror y dolor masculino, y, por tanto, tu placer femenino, están asegurados.

Para acabar te proponemos una técnica basada en el terror psicológico: se trata de azotar la mente masculina, dejando su cuerpo intacto.

Resulta tan sencillo como desnudar a tu macho y dejarlo inmovilizado en el suelo, sus extremidades sujetas con correas, así como sus asquerosos genitales. Déjalo es esa posición, expuesto e indefenso durante un tiempo largo para después empezar a dar latigazos al aire.

El ruido del fuet surcando el aire le hará estremecer de puro terror y el desgraciado no tardará en lanzar gemidos de angustia y terror que, estamos seguras, conseguirán mojar tu vulva de un placer intenso, estimada hermana. Si lo prefieres, también puedes orinar sobre su cuerpo, antes de empezar la sesión, para afianzar tu autoridad sobre él.

Utilices la técnica que desees utilizar, estimada hermana, te deseamos unas sesiones placenteras y agradables. No olvides que los hombres fueron creados para nuestro placer y nosotras, las mujeres, tenemos el derecho de hacerles sufrir a nuestro antojo.